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Answer for the clue "Eye, to Eduardo ", 3 letters:
ojo

Alternative clues for the word ojo

Usage examples of ojo.

En la cobriza cara, pintarrajeada de colores feroces, los ojos eran de ese azul desganado que los ingleses llaman gris.

En eso entró la Juana Musante, con los ojos que bramaban y las caderas que tuvieron que darme oxígeno.

De espaldas en la angosta cama de fierro, más viejo, enflaquecido y muy pálido, estaba yo, los ojos perdidos en las altas molduras de yeso.

Recorté la hoja en seis tiras, escribí talismanes e invocaciones en las cinco primeras, y en la restante las siguientes palabras que están en el glorioso Qurán: 'Hemos retirado tu velo, y la visión de tus ojos es penetrante'.

De tarde, arrimaba a la puerta una de las sillas y mateaba con seriedad, puestos los ojos en la enredadera del muro de la inmediata casa de altos.

Una sola vez lo vieron mis ojos, pero no olvidaré el cabello muy negro, los pómulos salientes, la ávida nariz y la boca, los anchos hombros, la fuerte osatura de viking.

Con mi proverbial llaneza, que es el apanage del hombre de mundo, no vacilé ante un procedimiento radical: lo sacudí hasta que abrió los ojos.

Hombre de memorables ojos, de piel cetrina, de barba casi negra, David Jerusalem era el prototipo del judío sefardí, si bien pertenecía a los depravados y aborrecidos Ashkenazim.

También había algunos rollizos guerreros azweri de ojos rasgados que cuidaban el valle sagrado, un par de hirkanios de nariz aguileña, Conan el cimmerio y su gigantesco camarada negro, Juma.

En esta noche de sus ojos mortales, a la que ahora descendía, lo aguardaban también el amor y el riesgo, Ares y Afrodita, porque ya adivinaba (porque ya lo cercaba) un rumor de gloria y de hexámetros, un rumor de hombres que defienden un templo que los dioses no salvarán y de bajeles negros que buscan por el mar una isla querida, el rumor de las Odiseas e Ilíadas que era su destino cantar y dejar resonando cóncavamente en la memoria humana.

Cuando mis ojos se acostumbraron a la penumbra, vi que unas ciento cincuenta jóvenes se en­contraban en la sala, apoyadas en el muro, postradas y aterrorizadas.

Argumentaba, creo, que de igual modo que a la música le está permitido crear un orbe propio de sonidos, la pintura, su hermana, podría ensayar colores y formas que no reprodujeran los de las cosas que nuestros ojos ven.

Su atención se desvió de Conan y, en ese breve instante, la figura blanca y esbelta de una muchacha desnuda con brillantes ojos oscuros y un torrente de rizos negros cruzó rápidamente el salón desde las sombras de una columna situada a un lado del desvalido cimmerio.

La chica gemía en una especie de delirio y se percibía una invisible angustia en sus brillantes ojos negros.

Del cielo raso del túnel excavado en la roca goteaba agua y de vez en cuando los ojos rojos de las ratas los miraban centelleantes desde el suelo, y luego los pequeños animales se alejaban corriendo de los extraños seres que invadían sus dominios subterráneos con chillidos irritados.