What is "altura"

Usage examples of "altura".

Era redondeada y tenía la forma de un cilindro fino y perfecto, de casi cincuenta metros de altura, y su borde brillaba a la luz de las estrellas debido a las enormes joyas que lo adornaban.

Además, había una pila de escombros al pie de la muralla, que llegaba a una altura alrededor de dos metros del borde.

Desde la orilla opuesta, los guerreros de Khossuth disparaban sin descanso hacia las torres de Yugga, pero sin obtener grandes resultados, y los yagas estaban bien protegidos, y sus flechas, al ser disparadas desde tan gran altura, tenían más alcance y precisión que las carabinas de los guras.

Esparcidos por la habitación había siete guerreros gigantescos, de más de dos metros de altura, caídos sobre sillones de piedra.

Aunque aún era joven, el cimmerio ya medía casi dos metros de altura, por lo que los morenos atacantes parecían enanos a su lado.

Si no lo hiciéramos, el hechizo de Yama desaparecería y esta tierra volvería a las alturas, a las cumbres de las montañas, y se convertiría en una estepa helada.

A popa de los bancos de remeros, pero a la misma altura y a la sombra de la pasarela que se hallaba encima de los esclavos, se encontraba un meruvio desnudo sentado detrás de un gran timbal.

La construcción del remo limitaba el movimiento vertical del guión a una altura de menos de tres metros por encima de la cubierta sobre la que se encontraba.

Captain Altura, the Imperial Auditor, was leaving Major Matsuko's office.

Captain Altura was still adjusting the too-large gloves, trying to make them fit and to keep them from falling off her hands.

Captain Altura was nice enough, outside of her role as Imperial nitpicker and auditor, and attractive in a stiffly friendly way.

Dara Altura stood slowly, her grayish-green eyes fixed on his, as her fingers lingered on his hand before slowly sliding off as she rose.

Las mu­rallas y los edificios no eran de una altura excepcional en comparación con su volumen, pero todo era impactante.

Me aga­rré a él ferozmente, recibiendo la paliza sin vacilar, hasta que me di cuenta de que, por la ferocidad de nuestro combate, perdíamos altura y descendíamos hacia el suelo.

Cortamos las cuerdas que nos ataban a los troncos, saltamos al agua que remolineaba a nuestro alrededor a la altura de las axilas y avanzamos penosamente por el promontorio, agarrándonos a cada saliente o cavidad, en tan­to la corriente amenazaba en todo momento con hacernos perder la presa y llevarnos detrás de nuestra embarcación.