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The cocinero, Caranx vinctus (also known as the barred jack and striped jack), is a species of small marine fish classified in the jack family, Carangidae. The cocinero is distributed through the tropical eastern Pacific Ocean, ranging along the west American coastline from Baja California in the north to Peru in the south. It is a pelagic species, inhabiting the upper water column in both coastal and offshore oceanic waters, occasionally making its way into estuaries. The species may be identified by its colouration, having 8 or 9 incomplete dark vertical stripes on its sides, with scute and gill raker counts also diagnostic. It is small compared to most other species of Caranx, reaching a length of 37 cm in total. The cocinero is a predatory fish, taking small fishes, crustaceans, as well as various benthic invertebrates in shallower waters. Little is known of the species reproductive habits. The cocinero is of moderate importance to fisheries along the west coast of South America, and the species has been used in aquaculture trials. It is taken by various netting methods and by spear, and is sold fresh, dried and salted at market.
Usage examples of "cocinero".
He rested the chestnut for the better part of an hour, taking advantage of the break to eat a bit of the lunch old Cocinero, who had been pleased to see him again, had prepared.
There was the smell of cooking chili on the still air, and that stirred a recollection of his childhood, when old Cocinero kept a quantity of the biting peppers continually cooking on his stove and filling the yard with their fragrance.
Hasta pasadas las nueve de la mañana yo me mantuve al pie del cañón, malquistándome con el cocinero por no observar la primera sopa y haciéndome sospechoso a la Juana Musante, que imputaba mi estacionamiento en la azotea de chapas a cualquier propósito de substraer la ropa tendida.
Hágase cargo de mi situación: pisar los talones del misterio y quedarme encerrado en mi piecita, como si el cocinero anduviera despótico.
El cocinero, cuestión de principios, pasaba con el balde de la sopa y no me servía.
Le juro por su tata, señor Parodi, que yo estaba feliz espiando el momento que el cocinero iba a encajarle un sosegate al ver desatendida la sopa, pero Limardo lo intimidó con la impavidez y el otro tuvo que enfundar el violín y tuve que reírme.
Con la manía que tiene de no mirarme, se puso a recoger los tazones, y le dijo al cocinero, vulgo al Enemigo del Hombre, que, para lidiar con marmotas como él, más le valía conchavarme a mí y hacer el trabajo ella sola.
En eso apareció el cocinero, y fingí estar imbuido en la lectura de uno de los corazones.
Por eso nadie le mezquina una manito al cocinero, cuando pone en razón a los revoltosos.
Llegaron Fainberg, la Musante, los farristas, el cocinero, Paja Brava y el último el señor Renovales.
Hizo que el cocinero que ustedes tienen lo castigara al pobre infeliz, y encima le guardó rencor.